- Derbys H. Domínguez Fragela (Tomado de 5 de Septiembre)
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Virgilio López Lemus: reivindicación y salutación del lenguaje
Virgilio, quien lleva el nombre de dos insignes escritores, el autor de la Eneida y el matancero Piñera, se apellida, como si fuera poco, López y Lemus: lobo y humedad en el suelo de Galicia, respectivamente. Si el nombre pesa, determina o predispone, qué persona, hombre o mujer llamado así —cabe incluir a Virginia, Virginia Woolf— se atreve a rechazar el arte de la palabra escrita, en especial la poesía, como destino.
Si bien el autor de Donde ha caído el ángel, Ediciones Matanzas, 2016, desarrolló durante años una infatigable y ardua labor como profesor universitario, también el ensayismo lo convierte en uno de los mayores estudiosos de la décima cubana. Sus investigaciones sobre el Indio Naborí, desentierran la primera de torpes y empobrecedores encasillamientos en los que determinado pensamiento elitista y anti popular, ha querido sepultarla, cuando a escala de símbolo o emblema nacional fulge a manera de alma y elemento distintivo de Cuba, semejante a la palma real, al tocororo o la guayabera.
Virgilio investiga, escudriña, imparte conferencias, sin embargo, el epicentro de su quehacer literario es la poesía, el verso escrito, la lira.
En Cuatro copas llenas 2016-2022, (Editorial Letras Cubanas, 2025) nuevo libro suyo que se presenta durante esta XXXlll Feria Internacional del libro de La Habana, reúne cuatro de sus poemarios hasta ahora inéditos: Tristeza de las cosas que no fueron, La inmensa edad, Concierto con variantes y Copas llenas. En su primer conjunto aparece el poema “La belleza”, definición de algo trascendental, su elocuencia me anima a citarlo parcialmente:
La belleza es extraña.
Viene a mí prolija, ola de nube,
y se marcha. Es el musgo del alma,
trae el alfiler poblado de ángeles.
La simiente del gozo justifica la vida.
La belleza penetra los poderosos sentidos,
colma la respiración, y puede estar aquí
de pronto sorprendida.
Sólo hay razón para hallarla
en el humo del tiempo,
entre las piedras pulidas del gozo:
La belleza ilumina.
Si debo agrupar o reunir las carterísticas de su poesía, aquellas que lo distinguen y por lo mismo dan sitio en su generación, comienzo por decir que, López Lemus se sirve de esta y de la inspiración como dimensiones, latitudes y materia espiritual que lo ayuda a vivir.
Es poeta más acá y más allá del verso escrito y su impronta gráfica, e incluso vive para respirar, saborear y mirar la poesía fuera del poema, río o corriente de la vida que salta de minuto en minuto y nos deja sin aliento. Tras esa fuga se detiene o rinde por gravedad; aunque ensaye o escriba estudios, prólogos, lo didáctico y su utilidad es reemplazado por la irresponsabilidad, arbitrariedad e irreverencia de la poesía, su docta ignorancia.
Su escritura poética, lejos de interactuar con el pensamiento teórico, como sucede en la actualidad, no es intergenérica ni híbrida; bien enmarcada en el género, no interactúa directamente con el resto de las artes, sino que se preocupa por insistir en el poema clásico, redefiniéndolo, devolviéndole espacio y estatus. Es o quiere ser no la sombra sino la luz de este; sostén o sustrato de su pensamiento lingüístico, más que metafísico; dicho de otro modo, la poesía es lo que surge espontáneamente en Virgilio, una vez que el maestro dicta su clase, se distancia del alumnado y sale del recinto escolar a encontrarse con la intimidad del aire, en la calle, o después que el ensayista ha cumplido con sus responsabilidades sociales y llega a casa, pone el cuerpo a descasar para que su mente elija aquellas palabras que no le servirían para el magisterio ni la especulación y sin embargo, son el poema.
La suya es una poesía donde las formas tradicionales del verso se muestran y pugnan en contra de la contemporaneidad, oponiéndose a la deformación lírica, interrumpiendo el ruido posmoderno y la nadería que muchas veces se observa en la literatura hoy, al arte actual. Es canto al pasado que clama por ser presente y nos recuerda que el futuro está hecho de ayer, o mejor, de ayeres; es resonancia de la métrica profunda en busca de música, ritmo, compases armónicos y melodías que reflejen la vitalidad del paisaje interior en diálogo con Natura. La relación cuerpo humano y naturaleza es significativa en su obra.
Al escribir poesía, Virgilio no busca ni quiere fundar doctrinas, sino descansar de ellas, renaturalizar el verso, erotizar el acto de construir o redactar poemas y sus predicados, desconectándose de los pensamientos verticales que lo condicionan, obligándolo a ser o deber ser alguien que no entronque con el refinado linaje al que, por su nombre, pertenece.
A partir de imágenes claras y directas, sencilla limpidez y transparencia, su poesía es la manifestación de un pensamiento filológico, nunca filosófico, muy bien estructurado, donde no las ideas, sino las palabras, necesitan regresar a sus orígenes epistemológicos y sin rebuscamiento, decir lo que son, mostrando su perfecta imperfección, rotura y completud, exponiendo el contenido de su ambigüedad: azogue o espejismo, para definirlas en el único sentido posible: ellas y lo que dicen.
Escribir poesía para Virgilio es estudiar las palabras, rehaciéndolas para verificar, dando crédito a través de las composiciones, su concreción, su estado de objeto inasible que la escritura vuelve tangible y llena la mitad que es, o nos parece. La sola mención de ellas, su existencia reducida a lo que representan o simbolizan configuran la obra poética de López Lemus. La fuerza de una palabra sola es el centro de su poesía, reivindicación y salutación del lenguaje humano.
Ensayista metódico, a considerar por la periodicidad con que ordena autores y literatura por épocas, estilos o corrientes estéticas, en su manera de ensayar se reconcilian el profesor y el investigador literario que es, en función de poner sus ideas y lo que esas obras encierran al alcance de los lectores, sin distinciones elitistas o de cenáculo alguno. López Lemus escribe, lo acentúo, para el pueblo. Se dirige a esa amalgama de potencias inteligentes, cambiantes y siempre en trasformación que constituyen a los países, en este caso al nuestro, donde desde 1961, en medio de crisis económicas devastadoras, fatídicas incluso, se construye un proyecto socialista. Algunos de sus libros en el género ejemplifican lo dicho: Dulce María Loynaz. Estudio sobre la obra de una cubana universal (Tenerife, 2000); Feijóo o la colmena, (Editorial Pablo de la Torriente Brau, 2013), Oro de la crítica (Editorial Oriente, 2013); Complexidad de la poesía, (Ediciones la Luz, 2018), entre otros.
Elogios y preludios a poemas cubanos, (Ediciones Orto, 2021), es un paseo intelectual, de placer especulativo, en el que aúna los criterios que setenta poemas, escritos entre los siglos XVll y XX, en un arco que empieza con Manuel de Zequeira y su oda “A la piña” y finaliza en “Isla”, de Alberto Acosta-Pérez, donde José María Heredia, José Jacinto Milanés, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Nicolás Guillén o Luis Rogelio Nogueras se presentan de igual manera en sus brillantes poemas, mereciendo los criterios del autor.
En Las aguas y el espejo, (Ediciones Aldabón, 2019), Premio de edición de la Feria Internacional del Libro de 2024, reúne los libros Narciso, las aguas y el espejo, 2001, así como de forma parcial Agua tributaria, 2023, y Gravitación de la poesía, 2016, a los que sumó otros escritos inéditos. La poética, o el estilo que soporta y da sentido a la obra de un bardo más que sus poemas redactados, o el texto que produce es el centro de las investigaciones y estudios que amparan al volumen.
Obertura para Oppiano, Premio Uneac, Ensayo, 2020, aborda la obra del célebre escritor habanero José Lezama Lima, quien residiera en Trocadero 162 hasta el fin de sus días. Virgilio se sumerge en la obra del maestro: dos novelas, un libro de cuentos, y seis libros de poesía, estudia su escritura analizando el personalísimo arte de enlazar palabras en alguien que, sumamente inspirado, creó su propia gramática, el sistema poético por el cual se le reconoce en Hispanoamérica, y el mundo como un dinosaurio lírico. Virgilio aclara o disuelve la mencionada complejidad de Lezama, el hermetismo del que es responsable y arroja luz allí donde la novela inconclusa, continuación de Paradiso es más que fragmentación o quiebre.
En el portugués, la lengua de José María Eça de Queirós, José Saramago, Cecília Meireles, Vinícius de Moraes o Clarice Lispecto, no en el inglés, el francés ni el alemán, fue donde su voracidad lingüística encontró el ímpetu de traslación, y gourmet poético. Se ha dedicado a verter obras de ese idioma al español. Gracias a sus traducciones el lector cubano puede leer el anónimo portugués Arte de hurtar, ensayo o tratado moral del siglo XVll, a la extraordinaria poeta negra del Brasil María da Conseicao Evaristo de Brio, o a poetas y narradores como Carlos Nejar y José Eduardo Degrazia.
El teatro, género no abordado por él o que al menos no aparece en su bibliografía activa, se encuentra implícito, de manera oblicua, para decirlo con el autor de Enemigo rumor, en el drama o la representación dramática que son sus poemas, sustancia indisoluble con identidad propia, que al separarse de la persona Virgilio, desafiándolo, se convierte en doble suyo, sombra viva actuando encima de los escenarios que ella determina sin el consentimiento de López Lemus. Lo mismo o algo parecido podría argumentar acerca de sus antologías: Doscientos años de poesía cubana. Cien poemas antológicos, (editada en 1999 y reimpresa en 2002), Laurel de libres (antología de poetas latinoamericanos, 2010); o Todo parecía. Poesía cubana contemporánea de tema gay y lésbicos (2019), páginas en las que rastrea, compilando con Jesús J. Barquet, las marcas o características del deseo homo erótico en la poesía cubana actual, pensándolas como recuentos, ejercicios de relatoría o bosquejos narrativos de la ruta o los caminos trazados gracias al poema. ¿Qué es Doscientos años de poesía cubana, 1790-1990, si no una manera (otra) de contar la historia de la lira cubana durante los dos últimos siglos; al ordenar, corregir, argumentar, acentuar o distribuir, restar o particularizar qué hace sino fraguar la posible novela de la poesía cubana.
Al poeta, ensayista, crítico literario y de arte, traductor, profesor universitario, destacado investigador y Doctor en ciencias filológicas, quien naciera en Fomento, Sancti Spíritus, el 22 de octubre de 1946 y ha vivido para hacerse de estos nombramientos, se le dedica la XXXlll Feria Internacional del libro de La Habana de 2025. Quiero pensar que las manos de quien escribiera Las bucólicas, el reverso de la oscura cabeza negadora que según Lezama fue Virgilio Piñera, y el espíritu de la Woolf, guían a López Lemus, desde el primer día. Su cuerpo, aquí entre nosotros, observa, callado, desde el rincón que es La Habana, el mundo.